Crítica: Earwig y la bruja, del Studio Ghibli
- Mariana del Río
- 19 sept 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 sept 2021
Anteriormente, ya he hablado de las cintas de la productora japonesa Studio Ghibli, con un top 10 de las mejores películas y la importancia que ha tenido uno de sus creadores: Hayao Miyazaki, quien nos ha dejado historias memorables como: Mi vecino Totoro (1988), Kiki´s Delivery Service (1989), Porco Rosso (1992), entre otras.
También mencioné dos películas de su hijo, Goro Miyazaki: Cuentos de Terramar (2009), basada en la obra de Ursula K. Le Guin y La colina de las amapolas (2011), la cual se inspiró en el manga de Tetsuro Sayama y Chizuru Takahashi, y comentaba que a pesar de que hay varios detractores del trabajo que ha realizado Goro Miyazaki, estás dos cintas me han gustado y se han vuelto parte esencial de mi repertorio de películas.
Ahora, con su última producción Earwig y la bruja (2020), me pasó lo contrario, no siento que sea una cinta mala, pero honestamente me quedo a deber. Cuando leí la noticia de que iban a lanzar una nueva película con un estilo visual semejante al stop motion, con tecnología CGI (imagen generada por computadora) y 3D, completamente diferente a lo que han estado haciendo en Ghibli, tenía mis reservas y comencé a ver la película con algunas dudas de si me iban a lograr conquistar con la producción.
La historia está basada en el libro homónimo de la autora Diana Wynne Jones, de quien Hayao Miyazaki se había inspirado para crear El increíble castillo vagabundo (2004). La película de Earwig y la bruja relata la vida de una niña llamada Earwig que vive en un orfanato, un día, aparecen una mujer y un hombre que deciden adoptarla. La mujer, es una bruja y ha decidido llevarla para que le ayude en su trabajo, el hombre, también cuenta con poderes y lo mejor para Earwig es no hacerlo enojar.
Al principio, Earwig se va desarrollando en un ambiente hostil, pero nada externo le impide conservar una actitud optimista. Asimismo, la cinta cuenta con elementos fantásticos y surreales, pero en cuanto a la narrativa, sentí que es muy plana, no hay clímax ni otro elemento sorpresa, a lo que nos tienen acostumbrados las películas de Ghibli. Otro punto, es cómo terminan la historia, muy apresuradamente y con un final inconcluso, uno se queda con varias interrogantes.
Por último, con este nuevo estilo inspirado en la técnica de stop motion, no sentí que fuera propiamente una cinta de Ghibli. En otras producciones del estudio han hecho las animaciones con computadora, como en Pompoko (1995), Susurros del corazón (1995), La princesa Mononoke, (1997), etc., pero no perdían la calidez en la animación o los elementos caricaturescos en los personajes. En Earwig y la bruja, la sentí más frío en gestos de los personajes y en colores, es mi impresión.
Sin duda es un acierto, en querer abrir los horizontes y experimentar con formas de animar, pero le faltó en el desarrollo y en la forma de contar la historia.
Tráiler:
Imágenes: filmaffinity.com, informacion.center
Yorumlar